La historia de unos ciudadanos libres que dijeron ¡Basta Ya!

La iniciativa ciudadana ¡Basta Ya! nació para oponerse a través del activismo pacífico al terrorismo de ETA en España, apoyar a las víctimas y exigir la defensa de las libertades y derechos individuales incluyendo el pluralismo ideológico que debe garantizar el Estado de derecho. Cuando se fundó, la banda terrorista ETA llevaba 39 años de actividad y su aparición fue una voz fuerte y democrática contra el terrorismo de ETA y también frente a lo que calificaron como “nacionalismo obligatorio”.   

Compuesta por un grupo de ciudadanos libres que se atrevieron a decir “basta” a los asesinos y a los chivatos, la organización ¡Basta ya! trabajó con un punto de irreverencia como tabla de salvación y bandera. 

El contexto social y político de ETA. El día a día del terror en el País Vasco.

A finales del siglo XX, en la región del País Vasco en España, los líderes políticos de la oposición de la región se veían obligados a llevar escolta policial. Incluso los más humildes concejales tenían que vivir bajo protección. Los intolerantes quemaban y destruían los comercios de las personas manifiestamente constitucionalistas. El miedo condicionaba desde hacía casi treinta años la vida social y política en la región.  La red de chivatos de la organización terrorista ETA, de tipo identitario excluyente y técnicamente marxista leninista, actuaba en cada vecindario.

En la mayoría de los municipios vascos cotidianamente se celebraban manifestaciones de los seguidores del terrorismo pidiendo asesinatos de sus vecinos. Su propaganda intolerante y antidemocrática era omnipresente. Los carteles de otras fuerzas eran arrancados. Había palabras tabú y nadie se atrevía a decirlas en voz alta.

Uno de los muchos ejemplos de compromiso ciudadano fue el de Raúl Guerra Garrido, Premio Nacional de las Letras Españolas en 2006. Fundador del Foro de Ermua y de Basta ya, Raúl fue el escritor que se atrevió a escribir literatura con temas que nadie se atrevía en el País Vasco y Navarra. La farmacia que regentaba en San Sebastián junto a su esposa fue atacada varias veces, pero resultó completamente destruida en 2000 por el fuego provocado por los violentos. Tuvo que traspasarla. Vivió muchos años bajo escolta policial.

Se vivía una situación tristemente insólita en la Europa democrática. Dentro del Estado español, la comunidad vasca disfruta de una amplísima autonomía, con Gobierno y Parlamento propios, pleno control de su fiscalidad, competencias educativas bilingües, dos cadenas propias de televisión (una de ellas en euskera), etc. El País Vasco era y es una de las zonas más ricas de Europa y los asesinos tenían una extracción social muchas veces más favorecida que los perseguidos y asesinados. 

Los vascos padecieron importantes violaciones de su libertad política y cultural durante la dictadura de Franco, como el resto de los ciudadanos españoles. La democracia se hizo con un extraordinario esfuerzo de reconciliación en todo el país, comenzando por una amnistía general para los delitos de motivación política. Sin embargo, la actividad de ETA se recrudeció de forma muy intensa en lo que después se calificaría como ‘años de plomo’. Cualquiera que molestara en el proyecto de una Euskadi independiente era acosado, perseguido y en muchos casos asesinado: periodistas, profesores, jueces, empresarios, escritores, sindicalistas, políticos constitucionalistas, policías, militares... 

Las vidas cotidianas de miles de personas eran un infierno. La actual europarlamentaria Maite Pagazaurtundúa fue miembro de ‘¡Basta Ya!’ y concejal por el Partido Socialista de Euskadi en Urnieta, una localidad vasca de no más de 5.000 habitantes. El 9 de abril de 2003 habló de sus experiencias ante la sesión plenaria del Comité de Regiones de la UE.  Pagazaurtundúa, que vivía escoltada desde el 2000, explicó cómo era, en plena Europa democrática, el día a día con sus hijas: 

En general no llevo ni recojo del colegio a mis hijas, aunque mi horario me lo permite. No las acompaño al parque porque el mundo de los niños está lleno de rutinas y precisamente las rutinas pueden significar nuestra sentencia de muerte. Procuro no salir a la calle al mismo tiempo que ellas porque el momento más vulnerable para un atentado es la salida del domicilio. Si tengo oportunidad, no regreso al domicilio al mismo tiempo que las niñas por el mismo motivo. Soy una madre clandestina que no avisa si va a ir a una fiesta de cumpleaños infantil y además procuro ser invisible para que los otros niños no se den cuenta de que me escoltan”.

– Maite Pagazaurtundúa.

ETA mataba a algunos para callar a muchos. Tras el asesinato, surgía el estigma hacia al muerto y hacia su familia. La producción del miedo era industrial y planificada, así como la utilización de discursos de odio para conseguir que jóvenes en cada generación se convirtieran en chivatos o asesinos. 

Hubo un éxodo de decenas de miles de personas que intentaban proteger sus vidas o continuar trabajando sin ser hostigados o sometidos a control ideológico. Aún hoy no existe una contabilidad real de todos los que tuvieron que irse de un territorio de poco más de dos millones de personas, pero las cifras más modestas hablan de decenas de miles. 

Los inicios del movimiento ciudadano ¡Basta Ya! .

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A finales de la década de los noventa, el poder regional llevaba casi veinte años en manos de nacionalistas identitarios contrarios a la violencia terrorista, pero entonces todavía muy hostiles al pensamiento constitucionalista español. 

ETA inició la estrategia denominada “socialización del sufrimiento” para intentar destruir a los partidos constitucionalistas. Concejales y militantes de base, todos se convirtieron en blancos posibles de asesinato. La persecución y el acoso a los que fueron sometidos ellos y sus familiares generó una situación de tensión máxima sobre el estado de derecho. Muchos de estos cargos no pudieron soportar la presión psicológica y se vieron obligados a dimitir e incluso abandonar el País Vasco. 

En 1997, ETA secuestró y asesinó al edil del PP Miguel Ángel Blanco, de tan solo 29 años, ante el espanto nacional e internacional. En respuesta a este asesinato hubo una gran reacción popular, conocida como el espíritu de Ermua, marcado por el deseo de libertad frente a la asfixia del nacionalismo obligatorio. Se organizaron manifestaciones espontáneas en toda España como expresión de la solidaridad con el secuestrado en un principio y, por extensión, con todas las víctimas del terrorismo de ETA. Comenzaron a surgir movimientos cívicos pacifistas, como el Foro de Ermua.

Esta reacción social asustó al nacionalismo en su conjunto. La ideología del nacionalismo institucional viró hacia el soberanismo. En septiembre de 1998, los nacionalistas suscribieron el Pacto de Lizarra, teóricamente con el fin de que ETA abandonara las armas.  En la práctica, pactaron en secreto una tregua de la banda terrorista, a cambio de aceptar “el compromiso a romper sus alianzas con los partidos constitucionalistas y a promover pactos entre abertzales”. 

La situación de la tregua de ETA (“tregua trampa”) fue ética y democráticamente terrible, porque significaba dejar de asesinar a constitucionalistas a cambio de darles una muerte civil y despojarlos de sus derechos políticos. 

Este contexto ambivalente -e intuido- estimuló la reacción instintiva de ciudadanos que no querían perder sus derechos políticos. Así fue surgiendo ¡Basta ya!, un colectivo de ciudadanos vascos de ideología plural que se atrevió a denunciar en voz alta a quienes practicaban la violencia como forma de amedrentar y eliminar a los enemigos políticos a través de sus ataques a la libertad de expresión, así como a la represión de la libertad de conciencia, de información y de cátedra. 

La iniciativa fue liderada por algunos profesores universitarios y otros ciudadanos, políticos, escritores y artistas, siendo su líder natural el intelectual, filósofo y profesor universitario Fernando Savater. ¡Basta ya! surgió en el epicentro de la cultura del nacionalismo más identitario, en la provincia de Gipúzcoa.

La organización tenía un triple propósito: oponerse activamente al terrorismo en cualquiera de sus formas, procedencias e intensidades; apoyar a las víctimas del terrorismo y de la violencia política y defender el Estado de Derecho, la Constitución Española y el Estatuto de Autonomía del País Vasco. 

El surgimiento de la iniciativa generó gran escándalo en una gran parte del nacionalismo y los ciudadanos conocidos de ¡Basta ya! pasaron a ser objetivos directos de ETA y a recabar escolta policial. 

El activismo pacífico de ¡Basta ya!.

¡Basta Ya!  se caracterizó por su activismo, pues no solo defendía sus principios desde el punto de vista teórico, sino que los promovía a través de la convocatoria de manifestaciones, distintos encuentros regulares y actos de protesta de distinta índole ejercido por ciudadanos libres. 

En este contexto ultraidentitario, fue especialmente provocador y osado que ciudadanos anónimos decidieran salir a las calles para hablar claro y alto contra el terrorismo y en favor del estado de derecho democrático. Sus miembros comenzaron su actividad con reuniones pacíficas, pese a las amenazas y el acoso del entorno de ETA. Posteriormente, ¡Basta ya! organizó múltiples eventos. En todos ellos, los participantes experimentaron acoso y ataques por parte de los simpatizantes de los terroristas. 

En el marco de las nuevas formas de protesta frente a ETA que protagonizó ¡Basta ya! debe enclavarse su iniciativa de convocar concentraciones todos los primeros jueves de cada mes “en solidaridad con todos los ciudadanos amenazados y agredidos por defender los valores democráticos” y hasta que “la libertad y los derechos se respeten”.

Se quería con estas concentraciones impulsar el rechazo social al terrorismo etarra, defender la vida, mostrar la solidaridad con las víctimas, pero también subrayar la falta de libertad y de derechos con la que los no nacionalistas vivían en Euskadi y su desigual situación política con respecto al nacionalismo.

Las pancartas de Basta ya provocando libertad.

Basta ya actuó constantemente en las calles con pequeñas iniciativas. Algunas de las más destacadas fueron:

Manifestación “Por la libertad, ETA fuera”. 

La primera gran manifestación de ¡Basta ya! tuvo lugar en Donosti-San Sebastián el 19 de febrero de 2000, “por el derecho a defender ideas distintas a las abertzales -nacionalistas identitarios vascos- sin padecer agresiones ni marginación. En apoyo de todas las víctimas del terrorismo y de la violencia y contra la impunidad de los autores de estos actos criminales. Contra el terrorismo en cualquiera de sus formas, procedencias e intensidades”.  Fue un gran acto simbólico, en el que participaron más de 10.000 personas, pese a que la ciudad había sido empapelada con carteles amenazadores de muerte contra los organizadores. 

Primera gran manifestación de ¡Basta Ya!:

“Por la libertad, ETA fuera”



Manifestación “Con violencia no es plan, sino chantaje. Estatuto y Constitución”

El acto más multitudinario fue la manifestación del 13 de diciembre de 2003 en San Sebastián, a la que acudieron más de 100.000 personas, en denuncia del llamado ‘Plan Ibarretxe’, que planteaba básicamente el “derecho de autodeterminación” de la Comunidad Autónoma Vasca y cuyo trámite parlamentario se producía mientras el terrorismo de ETA asesinaba.

Manifiesto “Aunque”

Unos meses antes de la manifestación de 2003 se dio a conocer el Manifiesto “Aunque”, que habló de las condiciones absolutamente antidemocráticas en las que se estaban celebrando las elecciones municipales el País Vasco y Navarra en aquel año: “Aunque parezca mentira, hoy los candidatos de los ciudadanos libres del País Vasco están condenados a muerte por los mercenarios de ETA y condenados a la humillación por sus cómplices nacionalistas (…)”. 

El manifiesto contó con el apoyo de destacados intelectuales a nivel internacional, como Fernando Arrabal, Alfredo Bryce Echenique, Michael Burleigh, Paolo Flores d'Arcais, Carlos Fuentes, Nadine Gordimer, Juan Goytisolo, Carlos Monsivais, Bernard-Henri Lévy, Paul Preston, Mario Vargas Llosa, Gianni Vattimo y Günter Grass. Todos ellos denunciaron que en un rincón de Europa el miedo y la falta de libertades oprimían a los ciudadanos. “Aunque sea frecuente la tentación de ignorar lo que sucede, pedimos a los ciudadanos europeos que el próximo 25 de mayo (día de las elecciones municipales en España) declaren el estado de indignación general: en memoria de las víctimas que en el País Vasco mueren por la libertad, en honor de los que hoy mismo la defienden con el coraje que en un día no muy lejano conmoverá a Europa”.

El activismo de ¡Basta ya! supuso un revulsivo para una parte de la sociedad vasca.  

Diciembre del 2000. ¡Basta ya! recibe el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia.

En el año 2000, la Unión Europea reconoció la labor de ¡Basta ya! concediéndole el ‘Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia’, un galardón creado para homenajear a personas u organizaciones que han dedicado sus vidas o acciones a la defensa de los derechos humanos. Fue la primera vez que este premio recayó en una organización de la propia Unión Europea. 

Concedido por primera vez en 1988 a Nelson Mandela y también, a título póstumo, al disidente soviético Anatoli Marchenko, este galardón es, en palabras de la Unión Europea el máximo homenaje rendido por esta institución a la labor en el ámbito de los derechos humanos”. Un reconocimiento a “personas, grupos y organizaciones por su contribución extraordinaria a la protección de la libertad de conciencia”.

En el acto de entrega en Estrasburgo, la presidenta del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, se dirigió al filósofo y escritor Fernando Savater para remarcar que ese día se estaba rindiendo un homenaje a las víctimas del terrorismo al premiar “a un movimiento de ciudadanos que, espontáneamente, han decidido gritar ¡basta ya! a los que niegan el derecho a la vida, el bien más precioso de todo ser humano, y niegan también el derecho a la libertad, es decir, el de vivir cotidianamente en paz y en seguridad”.

En su discurso al recoger el premio, Fernando Savater habló sobre el posicionamiento de ¡Basta Ya! ante la situación en el País Vasco: 

“Sabemos que ETA es sin duda la principal culpable de estos males, pero también estamos convencidos de que ETA no es un fenómeno aislado y que su perpetuación se debe a un clima político del cual son en parte responsables las autoridades nacionalistas que gobiernan el país desde hace más de veinte años”. “Los etarras no son extraterrestres llegados de otro planeta para hacer el mal- prosiguió-, sino jóvenes educados en el fanatismo étnico, en el odio a más de la mitad de sus conciudadanos y a todo lo considerado ‘español’. Jóvenes a quienes se ha imbuido una historia distorsionada y una antropología demencial que les hacen creerse víctimas y les convierten así en verdugos”. 

Fernando Savater en el Parlamento Europeo.

“Naturalmente aceptamos que los nacionalistas vascos puedan proponer por vías pacíficas la creación de un nuevo Estado independiente que nunca existió -continuó Savater-, pero rechazamos que ese proyecto político de un determinado partido se presente como el derecho inalienable de todo un pueblo, convirtiéndose así de modo indirecto en justificación de los violentos”.

Un día después de aquel discurso ETA mataba a Francisco Cano Consuegra, concejal en la localidad barcelonesa de Viladecavalls. Poco más de dos años después, Joseba Pagazaurtundúa, destacado miembro de ¡Basta Ya!, fue asesinado. También algunos de los que habían participado en sus manifestaciones y actividades, como el periodista José Luis López de la Calle o el vicepresidente socialista del Gobierno Vasco, Fernando Buesa.

Entrega a Basta Ya! del Premio Sájarov a la libertad de conciencia del Parlamento Europeo. 13 diciembre 2000.

Ilegalización de Batasuna.

¡Basta Ya! dejó de existir en 2005, dos años después de que los tribunales españoles decretaran la ilegalización de Batasuna, el partido político que era parte del conglomerado del terror de ETA. El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo declaró su completa conformidad con dicha sentencia. Desde ese momento comenzó el declive operativo de la organización terrorista. “Nos negamos a sustituir al Estado de los ciudadanos por el de las etnias”. 

Las últimas palabras del discurso de Savater en el Parlamento Europeo fueron útiles entonces y siguen siendo útiles ahora, cuando el pluralismo ideológico está debilitado por el dogmatismo que intoxica nuestras sociedades en toda Europa: 

“Queremos vivir en paz, pero también queremos vivir en libertad; nos negamos a sustituir el Estado de los ciudadanos por el Estado de las etnias. Por eso hemos salido a la calle para defender los principios constitucionales y gritar a los terroristas: ¡Basta ya!”